poemas

El regalo de nosotros mismos
Tulipanes del color de la llama
para calentar mis manos en invierno,
mis manos super-excitables
picoteando el aire mientras hablo
como pájaros pareados en una jaula.
Flores cortadas y florecen
de pronto con un poco de agua y calefacción
central, se tornan bocas de lenguas sueltas.
El amor y la culpa son como el azúcar y la sal
en las células, cruciales para la vida social.
Tulipanes, como yo, con facilidad de palabra.
El hombre que te toma más completamente
te devuelve el regalo de ti misma:
estos tulipanes de colores primarios,
amarillos y rojos, airosos y sexuales,
me roban el oxígeno
como el hombre que los dejó a mi puerta.

Mimosa and other Poems, Mary Di Michele


Ayer te besé en los labios
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
-¿adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

La voz a ti debida. 1933.
Pedro Salinas


Muerte en el olvido
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tu me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

Ángel González

La forma de querer tú
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste, jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos,
tú no.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Pedro Salinas


Tiritaña
Acaso al soco de la vida
quede lo que no se lleva el vendaval,
las piedras que no caen
cuando el dolor las lanza al vacío,
el tacto del cielo que nos rozó alguna vez.

Acaso quede
lo que nos conmovió,
lo que nos permitió volar sobre el miedo y el hastío...

Aquello que me hizo arder
permanece seguro al soco de los días,
y pone rostro a mi tiempo,
haciéndome creer que es importante,
tan sólo por ser mío.

Geografía accidental
(treinta poemas para dibujar un mapa)

Mª Jesús Alvarado


Llavaneras
Tenía las manos grandes y fuertes.

No creo que tenga que ver
la poesía con las manos,
pero le dije que amaba
sus dedos largos de poeta.
Y le dejé enredarlos en mi pelo,
en mi piel, en mi vida,
hasta alargarme yo con ellos
y ser sólo de sus manos.

Ahora
que no soy de nadie,
añoro a veces
su tacto firme y generoso,
volver a ser de sus manos
grandes y fuertes,
entregarles mi piel
creer que soy su dueña...
Pero la verdad
me arrancó de sus dedos,

y ahora sé que nunca me escribirá un poema.

Geografía accidental
(treinta poemas para dibujar un mapa)

Mª Jesús Alvarado



¡Cómo quisiera ser tus pequeñas cosas!
¡Cómo quisiera ser tus pequeñas cosas!
El aire que te roza y te acaricia.
El polvo que te sigue y se te posa.
El agua que desciende y te penetra.
La ropa que te cubre y te ausenta
la carne fuerte y olorosa.
El cuello que rodea tu garganta
yo quisiera ser.
Y quisiera ser tus manos, tus pies.
Pisar donde pisas y tocar lo que tocas. Ser color y sentarme en tus pupilas.
Ser agua y verterme en tu boca.
Ser luz y en las mañanas
abrir mis dos ventanas
para que a la vida tú te asomes.
¡Ay, cómo quisiera ser para ti la nada
y poderte ofrecer el más allá!

(De Niebla de sueño, 1947)

Pino Ojeda


¡Si me llamaras, sí,...
¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas".

Pedro Salinas


Hagamos un trato
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti